Situada en el espléndido entorno de la campiña toscana, a sólo 10 km de Siena, la pequeña granja está completamente rodeada de olivos en las laderas de la "Montagnola", una zona montañosa al oeste de Siena.

Se llega a la finca tras haber recorrido unos kilómetros de camino de tierra a través de un bosque con robles, encinas y... Ver Más

Situada en el espléndido entorno de la campiña toscana, a sólo 10 km de Siena, la pequeña granja está completamente rodeada de olivos en las laderas de la "Montagnola", una zona montañosa al oeste de Siena.

Se llega a la finca tras haber recorrido unos kilómetros de camino de tierra a través de un bosque con robles, encinas y retamas.

Dejando el coche a la sombra de algún olivo o higuera se ve en primer lugar la zona rural: un conjunto articulado de edificios que antaño albergaban además de las casas de los campesinos también los establos, los almacenes y los fondos necesarios para la gestión agrícola de la explotación y que hoy han sido enteramente recuperados y utilizados como casa particular, masía (apartamento La Corte) o incluso locales técnicos necesarios para la gestión de lo que hoy sigue siendo una explotación agrícola (oficina, almacenes, salas técnicas); Se llega así a la plaza central en la que se asoman, además de algunas de las casas rurales, la villa, la iglesia y el cobertizo.

La villa, de aspecto decimonónico, presenta evidentes huellas de un pasado arquitectónico complejo, entre las que destacan las dos ventanas arqueadas del primer piso que dan testimonio de que todo el edificio se levanta sobre los restos de una antigua torre probablemente datada del siglo XII. Actualmente alberga dos apartamentos utilizados como casa rural (La Torre y La Scala, todas las habitaciones están equipadas con aire acondicionado), las salas técnicas, la cocina y el lavadero y la zona común con comedor y terraza.

La pequeña iglesia, del siglo XVIII y hoy desacralizada, es un elemento típico de los pueblos y se suma a las antiguas iglesias y capillas rurales que salpican la campiña sienesa. La cabaña, aunque conserva su aspecto exterior, ha sido completamente restaurada y es una vivienda particular; el patio que hay delante conserva casi a la perfección el pavimento de ladrillo que utilizaban los aparceros para la trilla del trigo y las fiestas con bailes al final de la cosecha.

El lado este de la villa da al jardín, rodeado por un alto muro de piedra y accesible directamente desde el interior de la villa o a través de una puerta en el lado del aparcamiento. En la parte superior del jardín hay pequeños jardines de ladrillos de toba, un camino de plantas aromáticas, algunos olivos para dar sombra y una terraza pavimentada con terracota. Una hilera de vides y dos pérgolas separan visual y físicamente la parte superior del jardín de la parte inferior que alberga la piscina.